Keteni de Turkmenistán

Cuando visite Turkmenistán, quedará cautivado por el encanto único del país, y un aspecto sorprendente es la indumentaria tradicional duradera que usan las mujeres. Adaptado perfectamente a su estilo de vida y clima, este estilo se ha mantenido notablemente inalterado durante siglos. El rico patrimonio textil de Turkmenistán no se limita a la ropa. Es el lugar de nacimiento de «Keteni», un tejido de seda que tiene un inmenso significado histórico y cultural.

La producción de seda prosperó aquí gracias al abundante crecimiento de la morera. La durabilidad excepcional y los diseños vibrantes de Turkmen keteni lo hicieron muy buscado por los comerciantes de todo el mundo, desde el siglo X. Esta tela está intrincadamente tejida en telares estrechos, incluido el antiguo telar horizontal casero llamado tara. El ancho del telar, generalmente de 30 a 40 centímetros, define el estilo. El tejido keteni presenta elegantes rayas doradas en los bordes, que realzan el contorno del vestido cuando se cosen juntas. Estos vestidos lucen un escote bajo de corte redondo y mangas con flecos y delicados bordados. Las mujeres jóvenes casadas y las niñas se adhieren a reglas estrictas; las mangas deben cubrir las muñecas y el dobladillo debe llegar a los tobillos.

Pero lo que realmente distingue a keteni es su impresionante variedad de colores, logrados a través de meticulosas técnicas de teñido natural. Los tintes naturales, conocidos por sus tonos vivos, longevidad y respeto al medio ambiente, fueron elaborados por expertos, exigiendo precisión y escalas especializadas. El resultado no fue solo un cambio de color, sino también una mejora en la resistencia estructural.

Desde atuendos juveniles y vibrantes hasta tonos más apagados para los ancianos, los artesanos turcomanos obtuvieron tintes de diversas fuentes naturales como madder, Indian blue nil, cáscaras de granada, cáscaras de cebolla y té, ofreciendo una paleta de colores diversa. El alumbre fijaba los tintes, mientras que la potasa y la ceniza de carbón eran esenciales para el blanqueo, asegurando una blancura extraordinaria. El almidón, derivado de la harina de trigo, agregó el toque final, transformando keteni en un tejido que exudaba opulencia, irradiando brillo y encanto.

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