In the Patchwork Silence of the East

En el Silencio de Retazos del Este

Mira la foto. Se paran de espaldas al espectador: dos hombres, silenciosos, casi sin rostro. No se distingue por las características, sino por pliegues, telas, contornos. Estos son derviches, vagabundos del espíritu, ascetas del corazón. Y dentro de estas dos figuras se encuentra el mundo entero de Asia Central del siglo XIX, capturado a través de los ojos del artista y testigo ruso Vasily Vereshchagin.

Patchwork como símbolo

Sus túnicas, cosidas a partir de cientos de vívidas piezas de tela, no son meramente decorativas. Esta es la jubba al-fuqara, la vestimenta de los pobres y los místicos. Cada parche representa un viaje, un recuerdo. Estas prendas se hicieron a partir de donaciones, retales, telas regaladas, cada fragmento con su propia historia.

En la cultura sufí, tales túnicas simbolizan una renuncia a la riqueza mundana y al ego, una vida vivida en completa sumisión a lo divino. Los colores, aunque brillantes, no hablan de esplendor sino de rendición.

Tashkent: Encrucijada de Imperios y Órdenes

Es el año 1869. Tashkent está recién absorbida por el Imperio Ruso, pero aún respira con los ritmos de Oriente: la madrasa — el bazar, la mezquita. Las hermandades sufíes prosperan: Naqshbandiyya, Qadiriyya, tal vez incluso Yasawiyya. Sus jeques enseñan en khanqahs, dirigen zikrs, sanan, guían. Los derviches no son meros mendigos, son elegidos.

Vereshchagin no pinta lo exótico. Registra una realidad espiritual, entretejida silenciosamente en el tejido de la sociedad. Estos derviches no son figuras teatrales. Son portadores de un poder invisible, humilde y profundo.

Vereshchagin: Un artista al límite

Soldado y pintor, Vereshchagin tenía la rara habilidad de ver el significado en lugar de simplemente el paisaje. Sus “Derviches” no son una escena de género, sino un retrato sagrado de Oriente, despojado de pompa, lleno de respeto. Omite los rostros, porque lo que importa no es el hombre, sino su camino.

No hay drama en la pose, solo silencio, reserva, modestia. Sin embargo, dentro de ese silencio se encuentra toda una era, una oración, una encrucijada cultural.

” Lo que es verdad siempre es modesto. Y así permanece invisible para aquellos que solo buscan brillantez.”

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